domingo, 10 de enero de 2010

Napalpí


En 1924, para reprimir una huelga aborigen que reclamaba que el trabajo en las cosechas se pagara con dinero y no con vales de comida, el gobierno chaqueño (provincia ubicada en el noroeste argentino) ordenó ametrallar sin aviso previo a los aproximadamente cuatrocientos indígenas que esperaban una respuesta en un campo cercano, esta tragedia se conoció como la
Masacre de Napalpí”. Allí, los Qom (sin distinguir ancianos y niños) fueron empalados, los caciques fueron castrados, sus mujeres violadas y mutiladas a machetazos y el resto fusilado a mansalva. En ningún libro se contó la historia según como la supieron y padecieron los sobrevivientes Qom.
De todos ellos sobrevivió una mujer, fallecida hace poco, quien tuvo que soportar el escarnio de ser condecorada por el mismo Estado que ordenó la matanza.
Vaya a saberse, a sus 107 años, si pudo entender de qué se trató tanta gente reunida en su casa.

En la actualidad el Estado nacional no puede detener otro tipo de exterminio, silencioso y no menos brutal, que impone el hambre y la marginación de indígenas Qom, mocovíes y wichís, producto de la tala indiscriminada del monte, que para estos hombres representa el almacén y la farmacia de la comunidad. Es otro “Napalpí”, no menos trágico, no menos cruel.

Estas historias fueron padecidas por otros grupos étnicos. Entre los años 1903 y 1905 (no hay fecha precisa), se conoce en Tierra del Fuego (sur argentino), la “matanza de Springhill” donde mueren unos 500 selk’nam (onas) al ingerir carne de una ballena abandonada por un barco ballenero en la playa, previamente inoculada con veneno.
En el año 1947 se produjo la matanza de Rincón Bomba, donde alrededor de unos doscientos pilagás formoseños, cerca de la población de las Lomitas (provincia de Formosa), fueron masacrados por miembros de la Gendarmería Nacional Argentina, luego de haber sido estafados por una promesa de trabajo en una azucarera de la zona.

Se sabe que estas historias no tuvieron culpables, se sabe porque alguien las guardó en la memoria, porque de tanto en tanto alguien recuerda.
Se sabe que no se sabe porqué sucedieron estas cosas, se sabe que siguen sucediendo, que cuando llegue la nueva votación serán nuevamente visitados con algo de comida y vino, algún colchón y alguna promesa vieja.
Se sabe que después se van a olvidar.

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