miércoles, 6 de enero de 2010

Modelos de formación para bibliotecarios indígenas


Existe en la literatura publicada algunos trabajos sobre la atención bibliotecaria a las comunidades indígenas, en especial en México, donde según algunos autores es deseable que quien atienda a estos grupos “sea preferentemente originario de la etnia, que sea bilingüe (lengua materna y lengua franca, en este caso el español), con formación teórica en ciencias
sociales, antropológicas, lingüísticas y bibliotecológicas. Un conjunto de conocimientos, aptitudes, habilidades y actitudes que lo ubiquen como nexo entre dos culturas y que le permitan reconocer y valorar la cultura propia manejando diferentes tipos de soportes…”

Por ende tendríamos a un bibliotecario como mediador, como puente entre culturas, un representante que pueda, con su quehacer y accionar, potenciar la identidad valorizando la memoria, alguien que probablemente no pueda estudiar la carrera pero sí se encuentre capacitado para brindar un servicio dentro de la comunidad, una atención bibliotecaria.

Estudios de lingüistas detectaron patrones culturales de información entre los paisanos que conviven en el Centro Comunitario Daviaxaiqui, cuestiones que hemos considerado al momento de evaluar un servicio:
- Niños cuya primera lengua es el español y no hablan toba (los nacidos en Derqui especialmente), entre ellos hay quienes tienen competencia receptiva de la lengua qom.
- Jóvenes semi-hablantes
- Adultos bilingües competentes en toba y en español
- Ancianos toba hablantes con baja o mediana competencia en español.
- Ancianas monolingües toba.

Estos estudios, que evidencian una problemática desde el campo lingüístico, se deberían tener en cuenta si se pretende brindar un servicio bibliotecario que otorgue respuestas a necesidades puntuales de información (en este caso incluimos la información medicinal), conocimiento que muchas mujeres y hombres de la comunidad aún conservan, ligados en la mayor parte de los casos a sus costumbres, como así también testimonios de antiguos pi’oxonaq sobre curaciones, atesorados en la memoria de libros vivientes.

Carecemos de programas educativos como los evaluados en México, sin embargo aquellas bases pueden replicarse en función de otras realidades. En Argentina existe un ejemplo similar desde el campo de la docencia; en la provincia de Chaco se planteó un antecedente con la irrupción del CIFMA, allí alumnos wichis, moco’it y qom pueden estudiar para desempeñarse como auxiliares bilingües o maestros interculturales.
Otros escenarios reclaman silenciosamente aquella realidad.

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