viernes, 29 de abril de 2011

Educación indígena y Educación escolar: un conflicto que se reitera




De tanto en tanto, resultan necesarias ciertas noticias, para ubicarnos en un contexto determinado, para no olvidarnos que ciertas realidades arden a nuestro lado, sin que buena parte de la sociedad se de por enterada. Sin embargo hagamos en esta ocasión la prueba de analizar este tipo de informaciones, haciendo una retrospectiva mínima de tres años, y descubriremos que la situación no ha variado. La problemática de la educación indígena se reitera, las sucesivas investigaciones periodísticas suman nuevos índices y acumula una serie de datos, dejando a disposición del lector una estadística alarmante. Pero ocurre que pasado el tiempo del impacto la solución no llega nunca, y todo vuelve paulatinamente a su sitio.

El informe de Página 12 deja al desnudo una situación de extrema vulnerabilidad cultural que se vive en buena parte de las comunidades indígenas existentes en el país.
La edición digital informa que la mitad de los adolescentes tobas (qom) no completó la escuela primaria, que sólo uno de cada cuatro ingresó a la secundaria, y que prácticamente ninguno logró finalizarla.
Esto no es nuevo, desde que tibiamente se implementaron algunos programas de Educación Intercultural Bilingüe, las estadísticas dejaban al desnudo una problemática que no se proyectó desde una concepción endógena, mas bien lo contrario. Se implementaron recetas que lo único que lograron fue prolongar la brecha de exclusión. Los casos de repitencia y deserción se observan en todas las comunidades donde no existe la educación intercultural bilingüe, o donde, como ocurre en Derqui, la educación familiar bilingüe qom no es compatible con la educación escolar monolingüe castellano. Porque cabría recordarnos que en Derqui, a dos cuadras de la comunidad, el instituto Cardenal Copello (según informan los miembros del Centro Daviaxaiqui), no imparte la educación bilingüe entre sus alumnos. Entonces lo que sabe el niño qom, el adolescente qom, por boca de sus padres, no tiene modo ni oportunidad de verbalizarlo en clase, mucho menos en su lengua materna. Resulta ejemplificador lo ocurrido con los hijos de Roque y Ana Medrano, el orgullo que sienten los padres cuando sus hijos aprueban materias como matemáticas o lengua (en singular, por si hace falta aclararlo) a la vez que intentan, dentro de sus casas, que los niños no pierdan la condición bilingüe.
Desde hace tiempo nos suelen decir en Derqui que hace unos años no hubiera tenido sentido una biblioteca en la comunidad, pero que ahora la necesitan “para defenderse”.
Nadie parece reparar el enorme daño cognitivo, psicológico, social, que estos chicos padecen a diario, intentando comprender porqué la mesa se encuentra inclinada desde que tienen uso de razón.

Evaluemos el siguiente párrafo del documento periodístico:

La mitad de los adolescentes tobas (qom) no completó la escuela primaria: sólo uno de cada cuatro ingresó a la secundaria, y prácticamente ninguno logró finalizarla. Y, a su vez, las cifras de repitencia y deserción triplican los niveles de la escuela no indígena. En cambio, los niveles de escolaridad de los chicos mapuches y kollas son mayores al de otras comunidades indígenas, pero muy pocos hablan su lengua nativa. En este escenario, la falta de maestros
indígenas bilingües y de programas interculturales en las escuelas son algunas de las barreras que encuentran los chicos aborígenes en las aulas. Así lo demostró una investigación sobre la situación socioeducativa de niñas, niños y adolescentes de comunidades toba, mapuche y kolla, realizado por Unicef, el Centro de Estudios de Población (Cenep) y la Asociación de Juventudes Indígenas. De acuerdo con el trabajo, la educación intercultural bilingüe tiene por delante aún grandes desafíos, que requieren de políticas integrales para que los estudiantes indígenas accedan a una educación de calidad.
Según el informe, los mapuches y kollas son los pueblos indígenas con mejor rendimiento escolar: sólo un 25 por ciento no completó el nivel primario; el 40 por ciento empezó el secundario, pero sólo la mitad llegó a completarlo. Si bien los niveles de escolaridad están por debajo de los promedios nacionales, son mayores a los de las comunidades toba, wichí y mbyá-guaraní. Ocurre que tanto los kollas como los mapuches hablan español en sus casas, lo cual, según el informe, les facilita la permanencia en la escuela.
Las familias indígenas quieren que sus hijos vayan a la escuela ya que lo ven indispensable para una vida mejor. El porcentaje de jóvenes con la primaria incompleta es del 11,1 por ciento en los mapuches y del 6,6 entre los kollas, frente al 54,1 de abandono de los mbyá-guaraníes, el 52,4 de los wichí y el 50,4 de los tobas, tres pueblos que conservan el idioma nativo.
El pueblo toba, tercero en tamaño en el país, aún mantiene vivo el idioma de sus ancestros: el 78 por ciento de los qom utiliza la lengua materna para comunicarse en el hogar. Ellos aprenden el español en la escuela, como segundo idioma, aunque los docentes muchas veces no conocen su lengua indígena. En cambio, muy pocos kollas o mapuches hablan la lengua materna. Estas comunidades luchan contra la extinción de su lenguaje, ya que con la pérdida del mapudungun y el quechua se va gran parte de su identidad cultural.

Por donde se advierta, tanto los qom, mbyá-guaraníes, wichí, como los kollas y mapuche, resultan de algún modo u otro perjudicados, unos por quedar excluidos de un sistema educativo (dejando de lado en este caso la cuestión de la lengua), que les permitiría defenderse mínimamente con eventuales posibilidades laborales. Otros precisamente porque al lograr insertarse (precariamente) en el sistema, quedan sin posibilidades concretas de poder hablar en lengua materna, de poder compartirla, de poder investigar conceptos representativos en forma endógena.
Nunca está de más recordarlo. Necesariamente se piensa en una lengua, es algo intrínseco al ser humano. Que podríamos decir entonces de estos jóvenes kollas y mapuche si, al finalizar el período educativo, cuentan en su haber con la asimilación de conceptos ajenos (que poco le resultarán de ayuda), y en el mismo acto terminan perdiendo, dentro del contexto de la educación, la noción de identidad y de patrimonio cultural y lingüístico.

Es inevitable afirmar que sin EIB, sin bibliotecas indígenas que produzcan documentos orales bilingües, sin educación familiar indígena inserta en el sistema educativo, sin valoración de prácticas ancestrales de tradición oral en las escuelas, sin programas concretos de asistencia médica, nutricional, preventiva, será prácticamente imposible disminuir la taza de deserción escolar. Más terrible es la tasa de mortalidad infantil, donde se siguen lamentando víctimas por enfermedades perfectamente evitables con un mínimo de información y asistencia. Todas estas cosas favorecen la lenta extinción de las culturas indígenas. La pérdida paulatina de la identidad. Todos los días se pierden batallas en este terreno. Ahora mismo, en plena 9 de julio, los paisanos de la comunidad formoseña La Primavera empiezan a sentir los efectos de una huelga de hambre que ya sobrepasa los 5 días. La indiferencia es un escarnio. Después tendrán que soportar una promesa política, y quien sabe que más.

Y a propósito de la identidad, parecen cercanas en el tiempo estas reflexiones de José Saramago, proponiendo la necesidad de una forma de cohesión de los pueblos indígenas para hacer valer sus derechos. Como siempre ocurre, la posibilidad está en cómo articular este proceso de transformación, como ponerle el cuerpo a la idea. Este tratamiento depende no solo de las minorías étnicas, sino también deberían involucrarse aquellas instituciones, ONG’s y organismos varios que prestan ayuda a los pueblos originarios, sin paternalismos de ninguna clase, compartiendo diferentes formas de conocimiento que propendan al desarrollo sostenible de los pueblos.

Mientras tanto el horizonte sigue siendo el mismo, al igual que los eternos perjudicados que esperan en vano un cambio de paradigma.

lunes, 18 de abril de 2011

Sobre el concepto desplazamiento lingüístico

Desde la Biblioteca Qomllalaqpi difundimos este importante artículo, extractado de los Cuadernos del INADI (número 4, abril 2011), publicado por Ana Carolina Hecht, doctora en Antropología por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

El trabajo aborda la problemática de las lenguas indígenas en Argentina, ofreciendo especialmente una reseña sobre la situación sociolingüística del qom. Asimismo la autora ha investigado en el Centro Comunitario Daviaxaiqui con un trabajo denominado "Todavía no se hallaron hablar en idioma": Procesos de socialización lingüística de los niños en el barrio toba de Derqui, Argentina.

Es interesante rescatar un concepto que ha cobrado significación desde el campo de la antropología lingüística y la sociolingüística, especialmente aplicable a lo ocurrido en Derqui: el desplazamiento lingüístico. Este concepto se torna complejo si incluímos la problemática de la EIB, donde se evidencia una ausencia de integración entre la educación familiar y la educación escolar, perdiéndose valiosos modos de contacto que permitan un mayor fortalecimiento de la lengua.

Probablemente este concepto haya provocado lentamente la problemática que numerosos libros vivientes de Derqui han manifestado, a través de los testimonios orales, en la Biblioteca Qomllalaqpi: la imposibilidad momentánea de acordar una estandarización lingüistica con los paisanos de Rosario y de diversas localidades del Chaco. Situación que aún cuenta con la buena voluntad de los qompi de Derqui, como así también con la falta de recursos para organizar un simple congreso de la lengua materna, en la tierra de origen.