sábado, 26 de junio de 2010

Bibliotecarios indígenas en comunidades indígenas


Hace ya unos diez años, en el Encuentro Latinoamericano sobre la atención bibliotecaria a las comunidades indígenas, bibliotecarios mexicanos esbozaron un modelo de formación para profesionales de la información que deseen brindar un servicio en comunidades de pueblos originarios. El tratamiento académico y eventuales trabajos de campo permitieron considerar algunas conclusiones:

Es deseable que quien atienda a estos grupos sea preferentemente originario de la etnia, que sea bilingüe (lengua materna y lengua franca, en este caso el español), con formación teórica en ciencias sociales, antropológicas, lingüísticas y bibliotecológicas. Un conjunto de conocimientos, aptitudes, habilidades y actitudes que lo ubiquen como nexo entre dos culturas y que le permitan reconocer y valorar la cultura propia manejando diferentes tipos de soportes.

Desde entonces mucha agua ha pasado debajo del puente. Se realizaron aportes que han puesto el énfasis en la formación técnica interdisciplinaria, considerando previamente las características y necesidades de información de la propia biblioteca y de las comunidades. Se presentaron ponencias en congresos sobre la necesidad de generar un puente entre los pueblos nativos y el “mundo exterior”, se llevaron adelante investigaciones a conciencia en localidades plurilingües, generalmente en zonas de extrema pobreza.
Otros autores han hablado de representatividad con el fin de potenciar la identidad de la etnia. Del mismo modo se aportaron ideas sobre como considerar el uso de tecnologías, proponiéndose el establecimiento de ejes curriculares y áreas de conocimiento que faciliten la comprensión e interacción del estudiante indígena para la atención bibliotecaria en su comunidad. Se han promovido actividades de alfabetización, incluyendo presencia del bibliotecario en las principales celebraciones de la etnia. Se presentaron planes de capacitación para uso de herramientas informáticas que favorezcan la automatización de bibliotecas y administración de las mismas. Se plantearon materiales bibliotecológicos específicos para las unidades indígenas, con el objetivo de preparar al bibliotecario para que pueda organizar una biblioteca popular y ser un animador sociocultural, incluyendo la difusión de información biomédica y agropecuaria. Se propuso, siguiendo los lineamientos de la UNESCO, la creación de un sistema de tesoros humanos vivos para salvaguardar lo que se consideró como patrimonio intangible mediante grabaciones, registros y archivos.
Se formularon propuestas para detectar y seleccionar materiales gráficos, pictóricos, auditivos, visuales o tridimensionales, que estén relacionados con las formas y medios de comunicación que prevalecen en las culturas indígenas. Se aconsejaron servicios de extensión bibliotecaria tendientes a potenciar la figura del bibliotecario.

Todas estas propuestas surgieron como un proyecto social pretendiendo dar respuesta a una necesidad cultural, vinculando al bibliotecario con los grupos existentes de las distintas etnias. Y en definitiva, mucho de lo que se ha hecho ha sido para fortalecer acaso el recurso más valioso que se puede contar en este tipo de emprendimientos: el humano.

Pasado el tiempo, y más allá de los buenos ejercicios, hay una realidad que se ha mantenido sustancialmente invariable en el contexto de las bibliotecas indígenas: la ausencia absoluta –en un alto porcentaje- de bibliotecarios indígenas descendientes de la cultura (entendiéndose en el concepto el estudio técnico de la disciplina). Puede hablarse de algunos buenos ejemplos en comunidades indígenas de América Latina, quien suscribe este informe recuerda a una bibliotecaria wayuu recientemente recibida en Colombia, y con la firme idea de brindar servicios bibliotecarios en su comunidad de origen. Hay otros sanos ejemplos en Perú, en México, en Venezuela, en Bolivia…
Esto nos lleva a tratar de analizar lo que ocurre en Argentina: es posible afirmar que no hay casos registrados de miembros de alguna etnia que haya cursado la carrera de Bibliotecología. Y si alguno ha logrado su título aún no hay informaciones de que haya colaborado en la conformación de una biblioteca indígena propiamente dicha.

Las respuestas pueden ser muchas:
- La ausencia de un programa curricular que contemple saberes de la cultura según el sistema de pensamiento originario (y si existe dicho programa, la dificultad de implementarlo).
- La dificultad por tener que aprender contenidos en un idioma impuesto.
- El obstáculo que implican las distancias de quienes viven alejados de centros urbanos para poder cursar una carrera a nivel terciario.
- Probable desinterés en la carrera.
Pero básicamente, y por encima de todos estos problemas, acaso podamos registrar el mayor de los inconvenientes: la pobreza extrema en general y la falta de recursos para afrontar una carrera, incluyendo la ausencia de becas de estudio para este determinado segmento social.
Si el alumno indígena que desee estudiar la carrera sortea todos estos obstáculos, le queda uno no menor: enfrentar unos contenidos excesivamente técnicos que poco y nada tendrán que ver con su realidad. Deberá tratar durante años con lo homogéneo para después aplicar contenidos en una heterogeneidad. Entonces le restará hacer la dificultosa tarea de tomar algunos elementos de la profesión que necesariamente deberán ser reinventados para efectivamente poder brindar un servicio genuino, correspondido, que implique representatividad.

En el horizonte se divisan algunos ejemplos a tener en cuenta, por ejemplo lo que ocurre en el Instituto del CIFMA, provincia de Chaco, donde los alumnos qom, wichis y moco’its estudian para ejercer el rol de maestros interculturales y auxiliares bilingües. Por allí puede plantearse la posibilidad de implementar la carrera de Bibliotecología, más considerando que existe una biblioteca indígena dentro de dicha institución. Por el momento es solo una idea que se la lleva el viento.

Mientras tanto quedan profesionales que deciden invertir una parte de su tiempo intentando paliar una realidad extrema: cargando libros en sus mochilas, realizando entrevistas para generar documentos, ayudando con algunas donaciones de ropa y comida, ofreciendo servicios para realizar algún trámite que signifique un beneficio directo para la comunidad, y aunque más no sea, para escuchar todo lo que los representantes de estas culturas tienen para decir, para preguntar desde adentro lo que se intuye desde afuera, para estar cerca, para rescatar y preservar un patrimonio en riesgo social permanente.
Basta recorrer una comunidad indígena para darse cuenta que en esos caminos abundan datos e informaciones que se encuentran dispersos. Testimonios que están callados, quehaceres que se mantienen a pesar del tiempo, mitos que se celebran puertas adentro, consejos, chistes, juegos, relatos…
En definitiva, verdaderos documentos que no saben de signaturas topográficas, ni de clasificaciones multilingües, que están allí, cubiertos de polvo, esperando ser “descubiertos”.

Para quienes quieran ofrecer sus servicios, y brindar una ayuda, sea cual fuere, no hace falta decirles que serán bienvenidos, porque todo suma, porque todo sirve, de esto bien se sabe en el Centro Comunitario Daviaxaiqui.

lunes, 21 de junio de 2010

Recuperación de narraciones simbólicas


Alguna vez, Mercedes Silva, docente chaqueña del CIFMA, interpretó diversas problemáticas a la hora de comprender las narraciones simbólicas de los pueblos originarios del noroeste argentino:

1 – Los relatos fueron pensados en una lengua autóctona que evolucionó, como ocurre con todos los idiomas, de manera que los habitantes actuales no siempre captan el sentido original de lo que narran.

Cabe destacar aquí la ausencia de estandarización lingüística por parte de las diversas comunidades, tomando elementos dispersos en base a los pocos ancianos que aún practican la lengua. En algunos casos, referentes lingüísticos como Mauricio Maidana o Valentín Moreno, conservan en su memoria relatos antiguos con expresiones actualmente inexistentes (como la utilización de ciertos materiales que antiguamente eran comunes y que en la actualidad se desconocen), esta situación se da especialmente en aquellas comunidades alejadas en centro urbanos o desplazadas de sus lugares de origen.

2 - Nacieron en un contexto geográfico, social y espiritual que ahora desconocemos. Alguno de esos relatos entra en la categoría de mitos, porque tienen relación con lo secreto y con lo más sagrado de cada cultura (esto puede corroborarse en el testimonio de Mauricio Maidana sobre los pi’oxonaq, relatos que resistieron conceptualmente el paso del tiempo, conservando significados que actualmente se recrean bajo la forma de mitos).

3 - Viajaron de boca en boca durante muchas generaciones y ellas les incorporaron sus propias vivencias (históricamente se puede encontrar un ejemplo análogo en la Iliada y la Odisea, donde un conjunto de rapsodas, a lo largo del tiempo, fueron agregando o suprimiendo una línea de aquel poema épico hasta encontrar su forma definitiva, su punto de fijeza).

4 - Se cortó la cadena de transmisión en muchos casos y los relatos quedaron fragmentados porque durante el siglo XX los Pueblos del Gran Chaco fueron sometidos a grandes penurias y sufrimientos (aquí es posible incorporar otras etnias que padecieron idénticas problemáticas).

5 - Fueron traducidos al español desde el inglés o desde otra lengua europea, con las consiguientes distorsiones y ambigüedades (a modo de ilustrar este ejemplo cabría experimentar leer la traducción de una traducción, y posteriormente analizar con el original cuánto de su belleza y complejidad ha sido mutilado y/o distorsionado).

Se podrían agregar otros casos: destacados antropólogos y lingüistas han elaborado diccionarios junto con las comunidades, donde se analizaron gramáticas con libros vivientes para luego corroborar con otros documentos (generalmente fotocopias cedidas por instituciones religiosas) las coincidencias expresadas por los informantes, quienes de esta manera legitimaban las aportaciones de los investigadores. A modo de ejemplo en la localidad de Tartagal (Salta) investigadores lingüísticos trabajaron gramáticas y vocabularios de la cultura Avá (despectivamente conocidos bajo la denominación Chiriguanos) contando con la ayuda de informantes, diccionarios y gramáticas guaraníes, e incluso un diccionario de la lengua Tembé que les permitió realizar un estudio comparativo del léxico y también de los fundamentos de la gramática.

De estos modos se avanzaba en una traducción que en muchos casos tenía un carácter simbólico, ya que algunos conceptos, al no tener su equivalente en la lengua indígena, se lograban traducir sobre la base de una interpretación global del espíritu del mismo (como ha ocurrido con la traducción en lengua qom del artículo 75 de la Constitución Argentina realizado por lingüistas de la UBA en vinculación con integrantes del Centro Comunitario Daviaxaiqui), acercando de esta manera una posibilidad de estandarizar las variantes dialectales y estandarizaciones ortográficas de las diversas lenguas indígenas del país.
Asimismo, dado el grado de abstracción que admiten ciertas lenguas, existen problemas de ambigüedad simbólica que necesariamente deberán tratarse de modo intercultural, discutiendo variantes según el sistema de pensamiento y la interpretación histórica de los propios descendientes de la cultura.

En Derqui se ha tomado el criterio de recrear conocimiento desde el registro oral, generalmente re-elaborado por descendientes de la cultura, con todo lo complejo que encierra en sí mismo el acto de significar un aspecto cultural mediante la proposición de un diálogo abierto, intentando generar conciencia, con este acto, de la preservación de un saber. Algo que hace al patrimonio intangible, y que muchas culturas suelen descuidar.

martes, 15 de junio de 2010

Testimonio televisivo de Valentín Moreno





En esta oportunidad se difunde la última parte de la entrevista realizada en el Centro Comunitario Daviaxaiqui por la periodista Lourdes Chimentón para el programa Estudio País 24. En este caso Valentín Moreno nos relata algunas historias conocidas de su infancia en Las Palmas, Chaco. Asimismo brinda una interesante reflexión en torno al trabajo interdisciplinario que se realiza en Derqui.
De este modo se permite una breve difusión de las vivencias y expresiones de la cultura compartidas por algunos miembros del Centro Daviaxaiqui, con el deseo de sumar esfuerzos para conseguir la tan ansiada radio bilingüe.

Agradecemos sinceramente este trabajo del programa Estudio País 24.

Contenido de la entrevista:

0.00'' Presentación de Valentín Moreno
0.20'' Recuerdos familiares de Las Palmas, Chaco.
2'10'' Valores de Francisco Moreno, padre de Valentín.
7'00'' Trabajos de chacra en la adolescencia.
9'00'' Valoración del trabajo interdisciplinario en Derqui.
10'00'' Fin

Entrevista: Lourdes Chimentón