miércoles, 7 de julio de 2010

Acciones desde la Bibliotecología


En Argentina, si bien existe un interés genuino por la atención bibliotecaria en comunidades indígenas, los trabajos de investigación producidos en este campo (resaltándose aportes valiosos con respecto a la recuperación de memoria oral), no han incidido sin embargo en acciones concretas de bibliotecas funcionando en una comunidad. Se conocen pocas experiencias, muchas de ellas han prescindido del accionar bibliotecario. Del mismo modo, los trabajos interdisciplinarios no han contado, en su mayoría, con recursos adecuados, especialmente lo que concierne al personal profesional, la ausencia de recursos tecnológicos apropiados para el rescate del patrimonio cultural indígena y la falta de apoyo gubernamental para sostener a largo plazo emprendimientos comunitarios.
A pesar de este panorama incierto, existen respetuosos ejemplos de prácticas donde se integra lo comunitario y lo profesional, en este sentido, la Biblioteca Qomllalaqpi pretende sumar una voz y propiciar un acercamiento.

Hay otras cuestiones que merecen un análisis profundo: una de ellas probablemente resulte el tratamiento académico en torno a los servicios bibliotecarios a comunidades indígenas. Se suele dogmatizar al respecto, por lo general se presentan algunas constantes:

- Aportes que se han realizado “desde afuera”.
- Conceptos duplicados
- Exposiciones en congresos que ofrecen “recetas” imposibles de construir en realidades de bajos recursos.
- Ausencia absoluta de apoyo bibliotecológico permanente.
- Imposibilidad de replicar esquemas teóricos por no considerar el sistema de pensamiento de la etnia.
- “Recomendaciones” brindadas desde el espacio académico, generalmente sin grado de pertenencia con el entorno y el contexto.

En este caso no se critica la producción profesional, sino el acercamiento a la problemática indígena y la ayuda genuina. Poco se ha hecho en la materia para ofrecer –más allá de los buenos deseos y las recomendaciones académicas- herramientas que permitan representar un sistema de pensamiento según las complejas necesidades de información de estos usuarios.
Sin embargo es posible encontrar de tanto en tanto algunos trabajos de campo y exposiciones teóricas que permiten replicar metodologías y prácticas comunitarias (en este sentido se destaca la experiencia digital del proyecto Qomlaqtaq de Rosario).

Para aquellos que colaboran en comunidades indígenas resulta complicado acceder a los artículos publicados por no contar con los recursos mínimos (en muchas comunidades ni siquiera hay cableado telefónico). Generalmente dicha producción pasa desapercibida para aquellas bibliotecas que se encuentran insertas dentro de comunidades indígenas, ya que por lo general el personal que brinda servicios en dichas unidades, en su mayoría ubicadas en zonas de pobreza y extrema pobreza, desconoce en su mayor parte la literatura publicada.

Precisamente estos bibliotecarios nos ofrecen ejemplos valiosos desde el trabajo silencioso, intentando ofrecer respuestas sin herramientas adecuadas. Sus experiencias poco tienen en común con las publicaciones diseminadas en accesos abiertos, lo cual nos enfrenta al dilema de unos paisanos que “hacen lo que pueden” mientras los datos se van perdiendo en algún basural.

Se valora una lengua –o se lamenta según como se aprecie- cuando los hablantes de la misma desaparecen.
Lo mismo ocurre con la información –cuando se pierde, cuando se olvida, cuando no es posible documentar- con esos despojos los historiadores suelen realizar construcciones para justificar el pasado, luego opinan gravemente sobre la realidad. Más allá de estas conjeturas, un descendiente de la cultura se encoge de hombros.

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