sábado, 19 de diciembre de 2009

Historias de vida


“Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir el nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero”

Eduardo Galeano

La siguiente historia es para tejer una reflexión que tiene honda vinculación con el carácter multicultural del país, frecuentemente negado por una parte de la población que aún sigue sosteniendo que los argentinos descendemos de los barcos. Si analizamos el linaje de los pueblos originarios nos encontraremos con apellidos que han sido impuestos en algunos casos por censistas y en otros por personal del registro civil al momento de consignar la elección de un nombre para el recién nacido. Lo que ha ocurrido con algunos paisanos qom del Chaco profundo es algo así como un despropósito para la razón humana, algo que trae implícito la indiferencia, el dolor y la ausencia de consideración.
Roque López es uno de los custodios de la biblioteca junto a su mujer, Ana Medrano, los padres de Roque, mientras estuvieron en Pampa del Indio, Chaco, fueron interpelados en una ocasión, junto al resto de la comunidad ubicada en Yollopi, por personas pertenecientes a la intendencia de la zona, estos funcionarios solicitaron los documentos de identidad argumentando que había que votar en poco tiempo. Nadie en esa comunidad tenía documentos, he aquí la solución:

Fila izquierda: todos los que estén detrás del escritorio se apellidarán López.
Fila derecha: todos los que estén detrás del segundo escritorio recibirán otro apellido (Roque ha olvidado esa segunda opción y se entiende, poco importa).

Quiso el destino que hermanos de sangre estuvieran en filas contrarias, es hoy que siendo hermanos llevan apellidos diferentes.

Se sabe que al abrir la guía telefónica, apellidos como López, González o Pérez son los que más abundan en el país, habría que revisar cuántos de esos apellidos no significan otra cosa que una triste imposición, aceptada con resignación por aquellos que portaron nombres simbólicos y que no tuvieran más remedio que masticarlos con amargura.
A este lamentable modo de imponer una identidad se le sumó la quita de tierras, escarnio que todos padecieron, por lo cual la familia de Roque, como tantos otros que tuvieron que partir, terminaron llegando a Buenos Aires, estableciéndose en lugares como Fuerte Apache y Ciudad Oculta, e intentando resistir como comunidad y como personas. Ya sabemos que luego llegaron a Derqui, y que a más de 1000 km de distancia tuvieron sus propias tierras, plantaron un algarrobo, y empezaron a vivir de las artesanías.
Pero esa ya es otra historia.
Hubo otros que se quedaron, como la abuela de Roque, una pi’oxonaq, que cuando llueve aún sale de su casa cantando en lengua materna para detener la lluvia…
Por tal motivo se pretendió desde un principio generar la grabación de cada relato de vida, para que se recuerde, con sus testimonios, de qué se trata cuando hablamos de Historia Argentina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario